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En las memorias de un misionero siempre hay de todo, como para escribir el guion de una miniserie: aventuras, riesgo, peligros, naturaleza, y sobre todo, lo más particular de todo drama humano: personas variadas, situaciones impensables, heroicidad, dificultades, incomprensiones. Pero todo ello con la visión sobrenatural de un hombre que deja su tierra y sus proyectos profesionales para entregar su vida al anuncio de la buena noticia de Jesucristo: un mensaje que tiene que llegar hasta el caserío más perdido de la montaña más inaccesible. Las memorias del padre Carreras recogen, de un modo sencillo, como si nos estuviera contando en la sobremesa de una comida familiar (y así es como se originó este libro) todas las peripecias, alegrías, dudas, obstáculos de un hombre que amó su misión y a todos los hombres y mujeres a los que fue a buscar para anunciarles el mensaje de la salvación.
El P. José María Carreras nació en Madrid el 28 de diciembre de 1919, en el seno de una familia numerosa de 12 hermanos, de origen catalán. De 1942 a 1947 estudia Ingeniería de Caminos en ICAI donde conoció a la Compañía de Jesús. En su último año de carrera tomó la decisión de ser jesuita mientras hacía las prácticas de ingeniería en la construcción de una represa en una zona rural del norte de España. En 1967 llega a Perú, como párroco de Pucará, lugar en el que estaría siete años, atendiendo la parroquia y sus caseríos. En 1974 es destinado a la comunidad de San Pedro en Lima donde permaneció hasta 2009. En todo este tiempo su misión estaría centrada en dos ámbitos: intelectual y pastoral. Sus memorias dan cuenta de una gran intuición teológica, considerable penetración psicológica y una intrepidez a la que solo la enfermedad pudo vencer.