Estos «istmos» son aforismos. Breves o estrechos lugares de encuentro entre continentes. Pero, también, líneas gruesas que dividen los océanos evitando que se confundan. El istmo contradice la unilateralidad ideológica del ismo. Apunta a una tensión estable entre extremos en contraste.
Aparecen distribuidos en cuatro capítulos: casa, escuela, plaza y templo. Todos estos son lugares comunes delimitados por muros. Pero sobre todo por palabras orales y escritas, que unen y separan. Muros que a veces provocan ecos que aturden y hacen imposible la comunicación: palabrería, griterío.
Pero no es malo repetir. Es preciso medir lo que se dice, moderar el volumen y acompasar la dicción. La palabra es semilla que echa raíces en la memoria, y solo así da fruto, da sombra, crea mundos compartidos.
Ricardo Calleja Rovira es profesor de Ética en el IES de la Universidad de Navarra y director del Colegio Mayor Moncloa, en Madrid.
